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viernes, 1 de julio de 2022

El conocimiento para el cambio y la gobernabilidad del agua

Por: Duván Hernán López

Geólogo, Esp.Gestión Ambiental, Magister en Filosofía, Ph.D C. Sostenibilidad

En su discurso triunfal el pasado 19 de Junio, el presidente electo Gustavo Petro Urrego explicó al país su propuesta de un “Gobierno para la Vida” compuesto por 3 grandes prioridades políticas: La Paz, concebida no solo como una voluntad de diálogo con los actores armados sino, de manera amplia, como un diálogo de la sociedad colombiana, con carácter regional y vinculante. Por otra parte, la justicia social, dirigiendo la mirada del país hacia la redistribución de la tierra para reactivar la productividad del campo y la articulación de la fuerza de trabajo, para inaugurar, al fin, la entrada de Colombia al capitalismo. La tercera apuesta o prioridad que se propone este "Gobierno de la vida" es la Justicia Ambiental, planteada, en primera medida, como fundamento de una geopolítica de cara al norte global, para que sea asumida la corresponsabilidad de la absorción de gases de efecto invernadero y, por ende, la cofinanciación de la transición energética, el desarrollo de la agricultura, la agroindustria, la innovación tecnológica y la producción de conocimiento. 

Tanto en el discurso mencionado como en el Programa de Gobierno “Colombia: Potencia mundial de la vida”, la ecología y la economía aparecen integradas y desarrolladas a la par. La lucha contra el cambio climático, el ordenamiento alrededor del agua, la gestión integral de las áreas protegidas y la conversión energética, para el aprovechamiento de energías renovables, son presentadas como propuestas ambientales que componen una “economía para la vida”.

He estudiado las implicaciones de estas apuestas políticas desde el papel que podría ejercer el Instituto de Meteorología, Hidrología y Estudios Ambientales - IDEAM, ente rector del conocimiento ambiental en el país. En el ejercicio histórico de esta entidad hay una base de conocimiento que debe explotarse en todo su potencial e irradiarse de manera transversal en las instituciones y los territorios, como fundamento para la gestión pública y privada.

Si para Gustavo Petro y Francia Márquez la modernidad de Colombia pasa por centrar el desarrollo en el conocimiento, y si el desafío principal que se ha reconocido es el cambio climático global, entonces el aparato del Estado y el aparato productivo deben interiorizar y apropiarse un conocimiento ambiental adecuado a su ámbito específico de acción y de necesidades.

Una institución como el IDEAM debería posicionarse, no solamente para proveer información como lo hace, o incluso de mayor detalle, sino para cubrir unas necesidades de conocimiento que surgen de las prioridades políticas y, especialmente, para territorializar este conocimiento de modo que penetre con la especificidad necesaria las esferas de la economía local y la gestión del territorio.

No ha sido en vano el esfuerzo del IDEAM para aproximarse al conocimiento ambiental en sus casi 30 años de existencia. El liderazgo que han jugado allí sus antiguos directores y el esfuerzo de científicos colombianos nos arrojan un avance sustancial en la información disponible mediante la instrumentación para el monitoreo del ciclo hidrológico desde donde debería fundarse un proyecto nacional de gobernanza del agua. 

"Todas las verdades se tocan"


Luego de escuchar a Francisco de Roux en su conmovedora presentación de la Comisión de la Verdad, nadie decente desconocería el papel que debería jugar este informe final y su contenido en la reformulación de nuestro proyecto de país. Pues bien, “Todas las verdades se tocan”, insistía Andrés Bello, maestro de Bolívar en Caracas, precursor de la independencia y del Derecho latinoamericano, en su celebre discurso inaugural como rector de la Universidad de Chile.

La verdad de las ciencias que persiguen el entendimiento del agua subyace también toda lógica y, ahondando en esta, reposa un relato pendiente de ser asumido sobre la tragedia ambiental del país y la victimización que ha sufrido la naturaleza en Colombia a lo largo de la historia. El agua nos cuenta una verdad dramática que exige ser tenida en cuenta. El último Estudio Nacional del Agua del IDEAM debería ser piedra angular para un Plan de Desarrollo con las dimensiones ambientales que han prometido Francia Márquez y Gustavo Petro. 

Pensar la gestión del agua no solo nos remite a los territorios y acuatorios donde se reconocen de manera tangible los cuerpos de agua y su interacción con la infraestructura ecológica y productiva. Con su colección reciente “Ríos Voladores”, la Fundación “Con Vida” hace alusión a la dinámica más determinante, atmosférica, que rige el transporte de agua entre los océanos y los biomas, asegurando la disponibilidad hídrica a escala continental y de manera definitiva, en el área andina colombiana y sus centros urbanos estratégicos. Margarita Pacheco resalta que la gobernanza del agua implica la gestión de la atmósfera.

Colombia, entre otras medidas, por su geografía tropical y sus características meteorológicas debería elaborar una política de Estado para el aprovechamiento multipropósito del agua lluvia como medida de adaptación al cambio climático, acelerando la investigación y el desarrollo técnico para este fin
En pleno año 2022 nos jactamos de una modernidad que no garantiza el "Derecho Humano al Agua" para todos y todas las colombianas, a pesar de encontrarnos en una de las regiones del globo donde este recurso es más abundante.

En 2015 el IDEAM también nos aporta un Informe Nacional de la Degradación de Suelos en Colombia que, entre otras cifras, nos indica que un 40% del territorio nacional se encuentra afectado por erosión. ¡Mas verdades para ser interiorizadas y trasladadas al ejercicio programático del Plan de Desarrollo!.

Sin información climática detallada y permanente, no podría materializarse una política frontal contra el hambre, que busque amplificar la producción del agro teniendo como base la economía campesina. Ademas de la aptitud del uso del suelo, deben anticiparse las temporadas invernales, sequías y heladas, en su variabilidad y cambio, para restarle margen a pérdidas cuantiosas en la producción del campo.

La información meteorológica debe migrar a sistemas de análisis y alerta temprana cubriendo las necesidades en materia de gestión de riesgos, lo cual resulta evidente y no se ha avanzado poco. Mas allá, estos mecanismos deben disponerse y adecuarse para la planificación y acompañamiento del agro, tal como ya se ha estado haciendo a través de las mesas regionales hidroclimáticas, pero de manera masiva y decidida. Se necesita una reconfiguración de los Centros Regionales del IDEAM, así como una redefinición de sus alcances para regionalizar la información disponible, articularla con el desarrollo, y promover la gestión detallada de necesidades de conocimiento.

En general los conflictos ambientales por el uso del suelo, entre otros, son un elemento estructural en la visión de ordenamiento que procuran Francia Márquez y Gustavo Petro. La integración de la investigación y los conocimientos ancestrales para construir una lectura común del territorio es un anhelo social que está bien contenido en la propuesta política elegida por los colombianos. Este horizonte debería orientar al IDEAM hacia una integración estructural con el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación.

Como asunto final, alrededor de estos temas del conocimiento para el cambio, no menos importante es la información meteorológica del IDEAM y su procesamiento de cara a la apuesta de modificar la matriz energética de Colombia. Gracias a esta entidad con el apoyo de la Unidad de Planeación Minero Energética, Colombia cuenta con un atlas climatológico que identifica potenciales de radiación solar y vientos para focalizar el desarrollo de proyectos energéticos. 

Saber, para actuar, es el principio del desarrollo. Por eso el IDEAM está llamado a respaldar de manera vertebral el Sistema Nacional de Gestión de Riesgos (SNGRD), el Sistema Nacional de Cambio Climático (SISCLIMA), y los procesos de planificación. Abordar este desafío en la dimensión que demanda el país requiere habilitar capacidades en todo el territorio, en la periferia, y en las pequeñas y grandes ciudades. El IDEAM está llamado a ser un gran transformador y desarrollador de esas capacidades para democratizar el poder del conocimiento ambiental con el apoyo de universidades, centros de investigación y los actores del sistema Nacional de Ciencia y Tecnología.

Un país conociéndose ambientalmente y cualificando la toma de decisiones desde ese saber, es lo que puedo sugerir como parte de la ruta para convertir a Colombia en una Potencia Mundial de la Vida.


Nota: Este texto no ha sido un esfuerzo individual, únicamente, sino el resultado de múltiples diálogos con interlocutores e interlocutoras que también me han animado a materializar el documento. ¡Agradezco profundamente sus aportes y motivaciones!

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