Translate

lunes, 15 de agosto de 2011

De la seguridad criminal a la seguridad urbana integral

BOLETÍN SOCIAL AMBIENTALISTA



Andrés Rodríguez Venegas
Movimiento Socialambientalista
socialambientalismo@hotmail.com


El concepto de seguridad ha venido evolucionando, pero su etimología nos remite al término securitas como punto de partida de la evolución de la palabra, que se refiere al cuidado de sí mismo. Concepto que como ahora gira alrededor de algo principal: De quién o de qué tenemos que cuidarnos y quién se encargara de hacerlo.

En la época medieval, más exactamente en las aldeas y en los burgos, la seguridad procedía de una organización vecinal que resolvía la mayoría de los conflictos por medio de un control social primario. La protección procedía de la ayuda mutua, pues los peligros provenían de fuera de la comunidad, extramuros.

La densificación urbana y por tanto el crecimiento desmesurado de las urbes propició que los peligros principales de la comunidad se encontraran dentro de las mismas ciudades modernas. Dentro del mundo occidental generalmente se han tomados dos tipos de acciones de gestión de la seguridad y métodos para evitar el miedo dentro de las grandes urbes, que de acuerdo a Foucault son la segregación y la disciplina, que a su vez provienen de dos estrategias empleadas para combatir dos grandes epidemias: la lepra y la peste , la lepra se combatía principalmente con la segregación de los mismos infectados a la periferia de las ciudades, creando confinamientos urbanos similares a los guettos.

La ciudad tenia como medio defensivo expulsar el peligro de la misma. La peste de la Europa de los siglos XIV y XV, generó una estrategia distinta. La epidemia ya no se afrontaba por medio de la segregación a los enfermos, sino por medio de la disciplina ciudadana, estableciendo sistemas de control exhaustivos para las personas y los animales. Y es que «el exilio del leproso y la detención de la peste no llevan consigo el mismo sueño político. El uno es el de una comunidad pura, el otro el de una sociedad disciplinada. Dos maneras de ejercer poder sobre los hombres...» [Foucault, 1996].

Instalándose así el miedo y el peligro dentro de las ciudades, reforzándose en el Siglo XIX, XX y XXI, dónde las multitudes se empiezan a ver como potencialmente peligrosas, surgiendo entonces el problema y la respuesta política, que coloca a la masa como problema que hay que dominar, y como podremos ver más adelante se utilizan las mismas estrategias de control de segregación y disciplina actualmente.

El estado policivo o liberal de derecho, planteó también los modelos de disciplina y control estatal para la criminalidad urbana, dejando como tradicionalmente se hizo a un lado las soluciones de fondo o las medidas de reinserción social. De estas últimas se habló posteriormente, al igual que de los criterios de reeinserción criminal, tesis que en teoría aplicamos actualmente pues el desarrollo de las mismas ha sido totalmente infructuoso; por lo que resulta inconcebible pensar que por ejemplo la pena privativa de la libertad busca más la reinserción social que la venganza de estado.

En general las principales medidas que tomamos actualmente frente al crimen y el miedo mismo, son medidas represivas y segregadoras socialmente, represivas en cuanto a que el estado y la sociedad condenan con un espíritu violador de libertades y no con uno creador de cultura; segregadoras en cuanto a que los grupos sociales que se entienden potencialmente peligrosos son aislados de las zonas que pueden proveer mejor calidad de vida a sus habitantes, incluso habitando en zonas de alto riesgo y sin presencia estatal.

Concluyendo entonces que las medidas de seguridad que tomamos, apenas dan una vana ilusión de seguridad, pero que además de alejarse de la solución, alimentan las fuentes del crimen y la violencia.

Si bien no se pueden cortar de tajo las medidas represivas del estado, sí podemos avanzar en la configuración de un modelo de seguridad distinto, que sea incluyente y promueva el autocontrol.

En la coyuntura política para el Distrito de Bogotá, se discute la idoneidad de aumentar el cuerpo de policía, política ampliamente solicitada por la ciudadanía, reconociéndose la misma como potencialmente peligrosa e incapaz de auto controlarse. Pero cada quién, desde su individualidad se sale de esa masa potencialmente peligrosa, se victimiza y estigmatiza a otros grupos sociales, desconociendo su parte en el problema, ya sea por acción u omisión, y justificándose en su presunta imposibilidad de cambiar las cosas.

Una política de seguridad debe ser profunda e integral. Esto implica promover la resignificación del “yo” como sujeto colectivo y no como un sujeto que haya su fin en si mismo, pues gran parte de nuestras actitudes criminales surgen por falta de identidad grupal o territorial, no es motivar como tal un nacionalismo, sino dar el mensaje de que todos dependemos de todos para un “buen vivir”, y que por tanto las actitudes individualistas conllevan a la inequidad, criminalidad y a la violencia.

Por supuesto, como solución de fondo se proyecta a largo plazo e involucra un proceso a nivel educativo, social y político, que como lo mencione anteriormente no implican descartar simultaneamente las medidas represivas y punitivas que rondan por el campo de la disciplina y el control estatal. Pero estas últimas deben ir de la mano con la construcción de inclusión ciudadana y de lazos sociales positivos y no discriminatorios de parte de un grupo comunitario hacia otro.

En cuanto al crimen organizado, podemos ver distintas agrupaciones que se salen de la anterior propuesta de seguridad, pero que si se podrían debilitar por el rechazo social y la desarticulación de la mismas del poder político y económico que necesitan para sobrevivir, siendo necesario entonces, la promoción de grupos de inteligencia que quebranten los avanzados procesos criminales en las urbes, y que a su vez sin que implique un aislamiento del exterior, se separen los nexos económicos entre las organizaciones criminales que se encuentran al interior y al exterior de las urbes.

La seguridad es una necesidad indispensable del ser humano para resguardar su vida, su patrimonio y a la vez su libertad. No la podemos desligar de los daños ambientales, como las frecuentes inundaciones, sequias y el aumento del nivel del mar, pues afectan la seguridad de varios grupos sociales entre otros a los más pobres y con ellos a las poblaciones costeras, que comúnmente han sido aisladas a las zonas de riesgo ambiental de los territorios.

No podemos ver la seguridad exclusivamente como la protección de la criminalidad, sino en general de todos aquellos factores ambientales, de salud pública y demás, que afectan nuestra vida, nuestra integridad física y la de futuras generaciones. Debemos exigir y promover una seguridad integral.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario!