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lunes, 14 de diciembre de 2015

Entre debate y debacle por el Metro



¡Uno no entiende fácilmente lo que pasa en Bogotá!

Yo creo que nadie a ciencia cierta lo descifra. Lejos quedaron los tiempos en los que algunas tribus ancestrales seguramente sabían que pasaba en estas tierras. De donde venía el agua, para donde iba; donde estaban los caminos, las rutas de comercio, los sitios de poder o las fronteras enemigas, los sitios de labranza.

Lejos también la visión colonial que daba un rol a cada cual incluso a parias. Que profanaba si, pero erguía allí templos al Dios de Israel, a Jesús y su leyenda. Que combinaba los mercados, las calles empedradas, los balcones, las terrazas, las alamedas, fuentezuelas y callejas con la magia de la hermosa España.

Se pretendió de la mano de Mazuera lograr quizá un Miami o un Manhattan como también e incluso con mayor proximidad lo hizo Caracas, pero tampoco tenemos está ciudad de grandes torres y avenidas, centros comerciales y vecindarios extendidos de casas con “Backyard” y cocheras, de extendidos suburbios edificados en altura. Apenas unos cuantos aun se aferran a este ensueño y todos en alguna parte de nosotros lo añoramos y más cuando no vemos para donde va todo y entonces elegimos a Enrique Peñaloza como alcalde mayor de la ciudad.

Ojalá le vaya bien a Enrique Peñaloza piensa uno, aunque suene frase de cliché pero es verdad, ojalá que la sabiduría lo acompañe, que la arrogancia no sea su fiel amante, que sus amistades de la clase política tradicional no irrumpan aciagas desgarrando el C V Y a lo bruto. Que no termine como la oligarquía colombiana siempre, gobernando para pocos.

Gustavo Petro, sus adeptos, adictos y coequiperos - grupo este último en el que alguna vez pensé encontrarme, ven sus más audaces propuestas escurrirse como agua entre las manos, otro proyecto efímero de ciudad, visionario en muchos temas, utopico, ingenuo y locuaz en otros tantos. Ya siente el peso de estar siendo sepultado. Quedan semillas sin dudas, si este era el objetivo podrá darse por logrado; pero de proyecto de ciudad consolidado, además de los decretos que se irán erodando prontamente y de las fuerzas sociales cuya dispersión ya se ha medido....

Los Bogotanos sepultaron su tranvía, su paseo por el río San Francisco, las localidades de Santafé y San Cristóbal casi completas, sus principales fuentes de agua, tantas reliquias arquitectónicas de varias épocas, el transporte eléctrico desde los años 80, el tren de cercanías con todas sus diferentes estaciones, las plazas de mercado, múltiples monumentos históricos de hombres, mujeres y momentos honorables; hombre, ¿porque no habrían de sepultar también el legado de Gustavo Petro?

Todo este pisoteo periódico de la ciudad, alrededor de una nueva utopía, duele mucho, cuesta, retrasa, relega la ciudad, genera miseria.

El caso más emblemático es el Metro. ¿Como es posible?, que después de conquistar los bogotanos, unos diseños de detalles, avalados por el Banco Mundial y la Dirección Nacional de Planeación. Listos para iniciar la obra, entonces decidamos retroceder ante un capricho político por más racional que no lo es o consecuente que tampoco. Esto es insensatez querida gente bogotana.

Abandonar la posibilidad de un metro subterráneo, eje de renovación y urbanismo, teniendo el crédito aprobado y apostar por un metro elevado ruidoso y tugurizante, todo por un temor a sobrecostos, es lo más cortoplacista, infame, cobarde, godo, erróneo. Estoy seguro que nadie en su vida personal tomaría el mismo camino ante una remodelación en casa, teniendo tanta información como tiene Bogotá, el cheque en el banco listo y especialmente, una necesidad tan apremiante.

Además que estos sobrecostos son entre otras cosas y especialmente, por la cantidad de enterrados, entramado de redes que nadie sabe que existen, tubos, tranvías, casas a saber que tanto bajo tierra hemos dejado y hoy eso mismo nos impide hacer el metro que cualquier ciudad civilizada acogería.

Hay que exorcizar esos entierros bogotanos, excavar para hacer el metro subterráneo tal como lo establecieron los estudios de detalle que realizó el IDU aunque le duela a muchos en tiempos de Gustavo Petro.

La patria boba retorna eternamente tonta. ¿Donde andan los líderes de opinión que se escandalizan tan fácilmente por menores males y aquellas mentes agudas y lenguas fulminantes que fácilmente señalan cual brújula lo negativo?


¡Dejémonos de vainas!

Duván López, Geólogo, Esp. Gerencia de Recursos Naturales, Medio Ambiente y Prevención de Desastres.







La mancha urbana

Es una ciudad sin sentido, agresiva, de cada cual por lo suyo, de canibalismo, esquizofrenia y venganza. En medio de ella, sus humanos intentando ser, intentando vivir, habitar, en cada uno de nosotros esta ello, hay que invocarlo para que vuelva la polis, para construir un territorio donde quepamos todos. Como hacemos?, por donde empezamos?, como no hacemos?